martes, 24 de julio de 2012

Big Fish

De pequeña recuerdo a mi abuelo balancearme en el columpio de la plaza, sentir que mis pies podían llegar a la copa de los árboles; aquellos árboles gigantes, aquellos que se fueron junto a la plaza producto de la "modernidad" de la ciudad, la llegada del metro, y el transantiago con sus pistas de "carrera".

Caminaba bien cerca de él, mientras sus labios silbaban alguna tonada de tango, de esos tangos del cassette blanco que estaba en la radio de su píeza. Llevaba las llaves en su mano, enganchadas de alguna especie de cadena, la balanceaba, iban y volvían a su bolsillo.

Me es inevitable llorar cuando veo "Big Fish de Tim Burton", ese señor con tantas historias, cuentos fantásticos, a veces, no muy creíbles, me hace hundirme en los recuerdos de mi abuelo, su aroma a naftalina, su boina de "Pablo Neruda" con su sudor impregnado, su sonrisa después de lamer la cuchara con pie de limón y sus locas narraciones de como un piojo se le metió al ojo.

Suena de fondo la voz de Eddie Vedder, con esa letra tan mía, tan de mi querido abuelo... el hombre del momento recibiendo su "aplauso" final.
"And the sky breaks at dawn; shedding light upon this town, they´ll all come around, cause the man of the hour is taking his final bow, goodbye for now.
and the road the old man paved, the broken seems along the way, the rusted signs, left just for me, he was guiding me, love, his own way, now the man of the hour is taking his final bow as the curtain comes dorwn, I feel that this is just goodbye for now".
Fatidico día de abril, ya van 11 años, y recuerdo, como si fuera hace sólo un instante, los lloriqueos de mi abuela, abatida, derrumbada en el sofá rojo como una niña. El sofá rojo, donde mi querido abuelo vio tantos capítulos de "Sabado Gigante" y donde su cuerpo quedo amoldado por unos cuántos años, el sofá de la discordia, todos los primos luchabamos por tenerlo mientras el "tata" no estaba.

He comprendido que la palabra "superar" no cumple a cabalidad su significado, la razón es porque nunca pude asumir por completo la partida de mi abuelo, aún me lo imagino en su sofá con el control remoto de espaldas a la puerta de entrada. He aprendido a cargar con su recuerdo y su infinita ausencia; es como la manchita en mi cintura, casi nunca la veo, pero sé que está ahí y no se irá con nada.






3 comentarios:

  1. A mi me pasa igual con mi bisabuela, tengo uno de sus vestidos conmigo, cada vez que me siento triste o abatida, me acurruco con él y eboco las caricias y palabras de mi Lela, que curiosamente se llamaba Aurelia y desde niña de cariño, le decian Lela awwww en agosto serán 11 años sin ella... la gran matriarca...

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  2. Jamás pero jamás se olvida a un ser querido, menos a una abuela o abuelo, y la verdad es que me pasa lo mismo, son 3 años sin mi abuela y sabes lo que más me impresiona? Que dentro de cada historia vivida tengo los detalles vivos en mi mente, algo que jamás pensé recordar...
    Sé que tanto tu abuelo y mi abuela no se han ido, ellos están ahí, más vivos que nunca, en cada detalle, en cada sueño... Solo basta volver a mirar las huellas que dejaron en nuestras vidas. Saludos!

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  3. Muchas gracias a ambas por leer y sentir. Compartir esta huella me hace feliz, mas aun, con personas que lo entienden. besitos!

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