lunes, 28 de abril de 2014

¿Culpa o Dolo?

Siempre que nos pasa algo o hacemos algo mal, solemos culpar a algo o alguien. Voy atrasada porque el metro estaba lleno, me caí porque la vereda está mal hecha, tengo el corazón roto porque... él me mintió.

La culpabilidad es algo tan fuerte en nuestras generaciones que hemos aprendido a sobrellevarla de la mejor manera. Nos enseñan que hay un dios que lo mira todo, que castiga pero no a palos, en vez de enseñarnos porque está mal hacer esas cosas en el concepto real de sus consecuencias. Si tengo sexo y no me cuido, no iré al infierno o seré una fornicadora apedrada en las plazas, seré una enferma de sida quizás, o una mala madre de un pequeño no deseado.

Si se muere es culpa de dios y si vive es gracias a el. Todo se lo dejamos a este ser omnipresente que todo lo sabe y todo lo ve. Sin embargo, nos revolcamos en malas prácticas.

La culpa nace de la "voluntad" inconsciente de hacer algo, sin prevenir las consecuencias o probabilidades. Sin embargo, el dolo, es lo contrario. Por lo tanto, asumo que si usted se ha enamorado sabe como termina cuando se termina, entonces, mi consulta es ¿porque volvemos a enrredarnos en este juego concientemente? Y la respuesta es... no somos culpables, no cometemos "dolo" ... somos unos masoquistas de mierda.

La canción que más nos gusta nos recuerda esa vez o aquella, y me duele, pero me gusta.

Duermo más, me levanto tarde, llego atrasada pero me gusta dormir más...

Y asi seguimos, vez tras vez, pero somos felices o muy tristes en las redes sociales, y los publicamos todo porque nos encanta ayudar al masoquismo ajeno y por supuesto al propio.

Lo culpo cada vez que veo a mi hijo en casa de mis viejos. Lo culpo cada vez que quiero salir corriendo de toda la mierda que me rodea. Lo culpo por sus mentiras infinitas. Lo culpo por su calentura y la puta que le abrió las piernas.

Me culpo cada vez que veo a mi hijo en casa de mis viejos.  Me culpo cada vez que quiero salir corriendo de toda la mierda que me rodea. Me culpo por convencerme de sus mentiras y mis auto-engaños infinitos. Me culpo por no abrirle las piernas.

Pero todo se podría evitar si le hago caso a la probabilidad y a las consecuencias. Y bueno, aquí estoy, despacito por las piedras a punto de cumplir un año de relación con otra piel y otro rostro.

Y vuelta...

3 comentarios: